Si bien la pandemia del coronavirus obligó a suspender todo tipo de campañas públicas de prevención de la ceguera, consultas oftalmológicas  y operativos de cirugías en el interior del país, la Fundación Nano buscó una alternativa para garantizar el funcionamiento del Centro de Día, donde más de 50 concurrentes ciegos o con discapacidad visual asistían todos los días a rehabilitación, talleres culturales y de estimulación hasta fines de marzo.

Un alumno de cestería trabaja en su casa con la guía de su docente y materiales de mimbre.

Aunque el edificio de Sarmiento 1421 (en el municipio bonaerense de San Miguel) permanece abierto, con el personal indispensable y las medidas de seguridad sanitaria exigidos para evitar el contagio de Covid-19, se organizó un protocolo de asistencia a distancia para mantener el contacto cotidiano con los concurrentes.

Todas las semanas, asistentes sociales y terapistas ocupacionales de la Fundación Nano se comunican telefónicamente para determinar cómo se adaptan a la cuarentena. Aquellos que viven solos, enfrentan situaciones económicas críticas o necesitan medicamentos o insumos que antes gestionaban en la institución, recibieron visitas en sus domicilios y aportes de mercadería, remedios o fueron acompañados por volunt

En reuniones de Zoom, los talleristas, asistentes sociales, terapistas ocupacionales y responsables de la Fundación Nano adaptaron sus roles a la cuarentena.

arios para realizar trámites bancarios o estatales.

De hecho, el hall de entrada del Centro de Día se transformó en centro de acopio de productos de primera necesidad, como alimentos no perecederos, productos enlatados, packs de higiene con lavandina, alcohol en gel y otros artículos que, con aportes solidarios que donan muchos voluntarios a través de diversos medios de pago, se compran y distribuyen a aquellos concurrentes que más padecen la crisis financiera.

Además, docentes y talleristas siguen llevando a cabo, a través de WhatsApp o aplicaciones de mensajería y videollamada, clases y actividades comocestería, cerámica, música, biodanza, teatro, orientación y movilidad y estimulación cognitiva.

 

«Si bien nada puede reemplazar la presencia física en los desafíos que implica el Centro de Día, mantenemos encuentros virtuales en los que nos comunicamos y reforzamos los lazos que nos construyen como equipo de trabajo», cuenta María Bayá Casal, directora de la Fundación Nano, sobre los

El hall de acceso al Centro de Día de la Fundación Nano, reconvertido en un centro de acopio de mercadería para donar durante la cuarentena.

intercambios por Zoom entre docentes, coordinadores y trabajadores de la Fundación Nano. «Estamos felices por la respuesta que recibimos de nuestros concurrentes y orgullosos de la creatividad de todo el personal para reafirmar, pese a esta pandemia y cuarentena, los compromisos asumidos cuando decidimos dedicarnos a esa tarea», agrega.

La Fundación Nano también se encargó de acompañar a Celia, una concurrente del Centro de Día que, a los 64 años,

se contagió coronavirus, fue internada en el Hospital de San Isidro y contrajo neumonía. Durante los 30 días de su recuperación, contó con el apoyo constante de sus compañeros y compañeras del Centro de Día, que le mandaban audios de WhatsApp para darle ánimo. Cuando le dieron el alta, volvió a su hogar de Boulogne con la ayuda de las autoridades de nuestra institución.

Otras propuestas desarrolladas durante el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio decretado por el Gobierno Argentino fueron un seminario de Oftalmología para docentes dictado a través de Zoom, con inscripciones agotadas, y los entrenamientos virtuales de la Escuela de Fútbol Para Ciegos de la Fundación Nano, coordinados por el entrenador y profesor Germán Márquez y Nicolás Giusiano.